La llamaban Elo, y su único objetivo en la vida era tener un trabajo fijo en el ferrocarril gracias a su padre, cuyo único oficio fue heredar también de su padre el puesto en los ferrocarriles para llegar a ser jefe de tren y pretendía que su hija favorita heredara aquel puesto aunque ya tenía un hijo mayor que trabajaba de maquinista.
Ella
conoció a Xavier en un concierto en la plaza toros y lo empezó a
besar simplemente porque lo tenía al lado que fue donde ella
miró.
Decidieron salir juntos y no había día que no
fuesen a su casa ardientes de deseo para pasar horas desnudos en
aquella cama dando rienda suelta a los placeres.
Así
transcurrieron seis o siete meses, cada día una historia parecida
para apagar el ardor de los deseos sexuales, hasta que ella cambió y
empezó a crear problemas en la relación.
Le pidió que
la esperara al menos durante un mes o dos meses y él como no sabía
qué hacer o decir aceptó y la dejó ir.
Los dos tenían
veinte años y toda una vida por delante. Al principio sonreía
porque no tendría que quedar con ella pero pronto la echó en
falta.
Un día fue a la casa de ella y la madre le dijo
que no estaba y ninguneó al chaval con risitas y otras tonterías.
Esto provocó en el chico una serie de preguntas cuyas respuestas
eran incomprensibles. Él se preguntaba por qué no le trataban tan
bien como habían tratado a ella en su casa.
Otro día en
navidad fue a la casa de ella y antes de subir llamó al telefonillo
y le contestó su padre con un insulto. El asunto terminó en la
puerta de la casa de ella siendo detenido por la policía.
Dejó
de ir a la casa de ella pero un día iba al cine y se cruzó con ella
yendo con otro hombre. Ella le miró y agarró fuerte la mano de su
amante. Él no se detuvo y siguió su camino hacia el cine. Fue
uniendo cabos poco a poco de aquel "espérame uno a dos meses"
y ya llevaba un año.
El chico fue creando un patrón de
comportamiento de la actitud de ella. Un día se encontraron cara a
cara y ella le sonrió muy amable. Pensó que lo tenía hipnotizado
con su sonrisa pero ignoraba que su magnetismo estaba muy
deteriorado. Xavier vio a dónde lo quería llevar ella y aguantó
aquel tirón de voluntad que ella quería ejercer sobre él.
Pronto
ella vio que su influencia estaba siendo nula, contrarrestada por la
enorme rebeldía y naturaleza de él. Así que un día que ella quiso
enmendar aquel magnetismo y influencia sobre Xavier se dejó
encontrar y estuvieron paseando, hablando un rato muy largo.
Había
pasado más de año y medio y en aquellos momentos ella le pidió a
él vivir juntos. Lo que pasó por la cabeza de Xavier, todos los
momentos amargos que le había hecho pasar la energúmena que tenía
enfrente, provocó que la pusiera a prueba.
Empezó
a darle cachetes en la cara mientras la chica lista esperaba se
sorprendía de no haber obtenido una respuesta afirmativa, y se puso
a llorar.
Los
cachetes no eran golpes fuertes ni dejaban marcas pero ella se puso a
llorar año y medio después de haberle dicho "espérame un mes
o dos" mientras salía con todos los hombres que quiso pensando
que podría mantener su influjo sobre él, y ahora la que lloraba era
ella.
Xavier no sabía si lloraba por haber perdido el
influencia sobre él o por saber que lo había perdido, pero aquella
noche Xavier no pudo dormir porque deseaba romper aquel magnetismo e
influencia que aún quedaba de ella y decidió ir a buscarla a su
trabajo a la mañana siguiente.
Allí
le salió un hombre que se entrometió en lo que quedaba entre los
dos, saltó la valla que los separaba cuando Xavier le conminó a
meterse en sus asuntos y empezó a darle puñetazos en la cara sin
que él reaccionase. Se dejó caer al suelo. Le acaban de dar una
paliza.
El gentío de mozos y mozas al otro lado de la valla se
sintió decepcionado y empezaron a volver a sus quehaceres. Xavier
estaba derrotando a toda aquella mierda que ella le metió en el
cuerpo y en la mente.
Un día él conoció a una mujer
hermosa en la playa, una alemana que estudiaba español para su
carrera universitaria. Xavier salió con ella ese fin de semana y
cogieron tal borrachera que recorrieron siete kilómetros andando,
desviándose para desfogar eventualmente el inmenso deseo sexual que
sentían el uno por el otro, antes de llegar a casa y dar rienda
suelta a un apetito sexual insaciable de los dos jóvenes, él con
veinticinco años y ella con veintisiete.
Ninguno durmió
aquella larga noche, y por la mañana temprano Xavier la acompañó
hasta la escuela mientras ella intentaba arreglarse para estar
presentable. Al despedirse se dieron un largo beso puesto que se
verían por la tarde.
Cuando
regresaba a casa para bañarse y dormir, Elo se cruzó por la calle
pero él siguió andando e hizo como que no la había visto. Continuó
hacia su casa soñoliento por la larga noche, llegó y se echó sobre
el colchón sin vestirse, y dijo "Hija de puta!. Cinco años
después sigue apareciendo cuando menos la espero". Y se quedó
dormido profundamente.
Semanas después Xavier seguía
manteniendo la relación con la alemana. Pronto se volvería a su
país. Ese fin de semana fueron al cine antes de ir por los bares de
movida y acabar la noche de frenesí sexual en su casa. Justo tras
salir del cine Khristi se estaba arreglando el vestido y se puso al
lado la hermana menor de Elo, justo hacia donde Xavier miraba antes
de echar a andar.
Él
hizo caso omiso, agarró a Khristi de la cintura y echaron a andar
dejando en la acera a la hermana de Elo, aquella que le dijo "mi
hermana está saliendo con otros hombres", como si la cosa no
tuviese su importancia. Lo mismo ella estaba también ahí.
Khristi
se fue y Xavier no quiso agobiarse por su partida. Estuvo escribiendo
a Khristi más de cinco años hasta que un día él decidió coger la
mochila y perderse. Para entonces Khristi se había casado y tenía
dos hijos.
Elo
había seguido apareciendo y interponiéndose cuando Xavier menos lo
esperaba. Así que cuando salió de la ciudad para recorrer mundo,
sabía que Elo no lo iba a poder seguir ni aparecer por ningún sitio
tan lejos.
Después de varios años Xavier volvía a casa
por breve tiempo. Pasó por Granada donde estuvo unos días en un
camping. Semanas después sacó un billete para volver a casa y subió
al autobús. Al poco llegó una señora mayor y quiso sentarse en el
asiento colindante y le pidió permiso porque no tenía número.
Xavier le explicó que tenía que sentarse en el asiento
que le correspondía según su billete pero ella insistió. La señora
se puso muy pesada y él aguantó aquel tirón hasta que llegó un
hombre y intercambió su sitio con el colindante de Xavier que daba
al pasillo. Xavier se quitó un peso de encima con la susodicha e
insistente señora y cuando el autobús se puso en marcha se
durmió.
Cuando despertó un mal presentimiento se apoderó
de él. Miró a aquella señora mayor y ella le miró claramente
sabiendo quién era él, se lo vio en los ojos, y sintió un malestar
indescriptible al reconocer a la madre de Elo, la que se burló de él
siete u ocho años atrás, la zorra aparecía justo el día que
regresaba a casa después de varios años de mochilero.
Qué coño querían de él molestando con el asunto del billetito y el asiento. Ahí estaba, prácticamente a su lado oliendo su perfume y oyendo su respiración. Con lo grande que es el mundo y siguen tocando los cojones.
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