sábado, 21 de enero de 2023

La llamaban Elo, la enchufada heredera de un puesto del ferrocarril

 

La llamaban Elo, y su único objetivo en la vida era tener un trabajo fijo en el ferrocarril gracias a su padre, cuyo único oficio fue heredar también de su padre el puesto en los ferrocarriles para llegar a ser jefe de tren y pretendía que su hija favorita heredara aquel puesto aunque ya tenía un hijo mayor que trabajaba de maquinista.


Ella conoció a Xavier en un concierto en la plaza toros y lo empezó a besar simplemente porque lo tenía al lado que fue donde ella miró.

Decidieron salir juntos y no había día que no fuesen a su casa ardientes de deseo para pasar horas desnudos en aquella cama dando rienda suelta a los placeres.

Así transcurrieron seis o siete meses, cada día una historia parecida para apagar el ardor de los deseos sexuales, hasta que ella cambió y empezó a crear problemas en la relación.

Le pidió que la esperara al menos durante un mes o dos meses y él como no sabía qué hacer o decir aceptó y la dejó ir.

Los dos tenían veinte años y toda una vida por delante. Al principio sonreía porque no tendría que quedar con ella pero pronto la echó en falta.

Un día fue a la casa de ella y la madre le dijo que no estaba y ninguneó al chaval con risitas y otras tonterías. Esto provocó en el chico una serie de preguntas cuyas respuestas eran incomprensibles. Él se preguntaba por qué no le trataban tan bien como habían tratado a ella en su casa.

Otro día en navidad fue a la casa de ella y antes de subir llamó al telefonillo y le contestó su padre con un insulto. El asunto terminó en la puerta de la casa de ella siendo detenido por la policía.

Dejó de ir a la casa de ella pero un día iba al cine y se cruzó con ella yendo con otro hombre. Ella le miró y agarró fuerte la mano de su amante. Él no se detuvo y siguió su camino hacia el cine. Fue uniendo cabos poco a poco de aquel "espérame uno a dos meses" y ya llevaba un año.

El chico fue creando un patrón de comportamiento de la actitud de ella. Un día se encontraron cara a cara y ella le sonrió muy amable. Pensó que lo tenía hipnotizado con su sonrisa pero ignoraba que su magnetismo estaba muy deteriorado. Xavier vio a dónde lo quería llevar ella y aguantó aquel tirón de voluntad que ella quería ejercer sobre él.

Pronto ella vio que su influencia estaba siendo nula, contrarrestada por la enorme rebeldía y naturaleza de él. Así que un día que ella quiso enmendar aquel magnetismo y influencia sobre Xavier se dejó encontrar y estuvieron paseando, hablando un rato muy largo.

Había pasado más de año y medio y en aquellos momentos ella le pidió a él vivir juntos. Lo que pasó por la cabeza de Xavier, todos los momentos amargos que le había hecho pasar la energúmena que tenía enfrente, provocó que la pusiera a prueba.


Empezó a darle cachetes en la cara mientras la chica lista esperaba se sorprendía de no haber obtenido una respuesta afirmativa, y se puso a llorar.

Los cachetes no eran golpes fuertes ni dejaban marcas pero ella se puso a llorar año y medio después de haberle dicho "espérame un mes o dos" mientras salía con todos los hombres que quiso pensando que podría mantener su influjo sobre él, y ahora la que lloraba era ella.

Xavier no sabía si lloraba por haber perdido el influencia sobre él o por saber que lo había perdido, pero aquella noche Xavier no pudo dormir porque deseaba romper aquel magnetismo e influencia que aún quedaba de ella y decidió ir a buscarla a su trabajo a la mañana siguiente.

Allí le salió un hombre que se entrometió en lo que quedaba entre los dos, saltó la valla que los separaba cuando Xavier le conminó a meterse en sus asuntos y empezó a darle puñetazos en la cara sin que él reaccionase. Se dejó caer al suelo. Le acaban de dar una paliza.
El gentío de mozos y mozas al otro lado de la valla se sintió decepcionado y empezaron a volver a sus quehaceres. Xavier estaba derrotando a toda aquella mierda que ella le metió en el cuerpo y en la mente.

Un día él conoció a una mujer hermosa en la playa, una alemana que estudiaba español para su carrera universitaria. Xavier salió con ella ese fin de semana y cogieron tal borrachera que recorrieron siete kilómetros andando, desviándose para desfogar eventualmente el inmenso deseo sexual que sentían el uno por el otro, antes de llegar a casa y dar rienda suelta a un apetito sexual insaciable de los dos jóvenes, él con veinticinco años y ella con veintisiete.

Ninguno durmió aquella larga noche, y por la mañana temprano Xavier la acompañó hasta la escuela mientras ella intentaba arreglarse para estar presentable. Al despedirse se dieron un largo beso puesto que se verían por la tarde.


Cuando regresaba a casa para bañarse y dormir, Elo se cruzó por la calle pero él siguió andando e hizo como que no la había visto. Continuó hacia su casa soñoliento por la larga noche, llegó y se echó sobre el colchón sin vestirse, y dijo "Hija de puta!. Cinco años después sigue apareciendo cuando menos la espero". Y se quedó dormido profundamente.

Semanas después Xavier seguía manteniendo la relación con la alemana. Pronto se volvería a su país. Ese fin de semana fueron al cine antes de ir por los bares de movida y acabar la noche de frenesí sexual en su casa. Justo tras salir del cine Khristi se estaba arreglando el vestido y se puso al lado la hermana menor de Elo, justo hacia donde Xavier miraba antes de echar a andar.


Él hizo caso omiso, agarró a Khristi de la cintura y echaron a andar dejando en la acera a la hermana de Elo, aquella que le dijo "mi hermana está saliendo con otros hombres", como si la cosa no tuviese su importancia. Lo mismo ella estaba también ahí.

Khristi se fue y Xavier no quiso agobiarse por su partida. Estuvo escribiendo a Khristi más de cinco años hasta que un día él decidió coger la mochila y perderse. Para entonces Khristi se había casado y tenía dos hijos.


Elo había seguido apareciendo y interponiéndose cuando Xavier menos lo esperaba. Así que cuando salió de la ciudad para recorrer mundo, sabía que Elo no lo iba a poder seguir ni aparecer por ningún sitio tan lejos.

Después de varios años Xavier volvía a casa por breve tiempo. Pasó por Granada donde estuvo unos días en un camping. Semanas después sacó un billete para volver a casa y subió al autobús. Al poco llegó una señora mayor y quiso sentarse en el asiento colindante y le pidió permiso porque no tenía número.

Xavier le explicó que tenía que sentarse en el asiento que le correspondía según su billete pero ella insistió. La señora se puso muy pesada y él aguantó aquel tirón hasta que llegó un hombre y intercambió su sitio con el colindante de Xavier que daba al pasillo. Xavier se quitó un peso de encima con la susodicha e insistente señora y cuando el autobús se puso en marcha se durmió.

Cuando despertó un mal presentimiento se apoderó de él. Miró a aquella señora mayor y ella le miró claramente sabiendo quién era él, se lo vio en los ojos, y sintió un malestar indescriptible al reconocer a la madre de Elo, la que se burló de él siete u ocho años atrás, la zorra aparecía justo el día que regresaba a casa después de varios años de mochilero.

Qué coño querían de él molestando con el asunto del billetito y el asiento. Ahí estaba, prácticamente a su lado oliendo su perfume y oyendo su respiración. Con lo grande que es el mundo y siguen tocando los cojones.


La llamaban Elo, la enchufada heredera de un puesto del ferrocarril


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